martes, 28 de septiembre de 2010

La Historia de Jesus, cuarta parte: la mujeres de Jesús

Lunes.

Jesús se levanto temprano para alistarse para su trabajo.

¿Traje? Check. ¿Camisa? Check. ¿Corbata? Un poco ajustada pero, check. ¿Zapatos? Por mucho que duela, check. ¿Tatuaje? Para desgracia de muchos y orgullo de pocos (Jesús incluído recientemente), check.

Listo estaba entonces, para irse a trabajar.



¿A dónde vas? —pregunta la madre—. ¿Y qué haces vestido así?

— A trabajar, ¿puede ser? Es lunes, sabes —contesta Jesús.

— Sé —responde su madre con su mirada 'no-me-vengas-con-cojudecces'—. Y también sé, Jesús, y parece que tú no, que hoy, lunes, es feriado.

Oh. Pequeño detalle.

Que lornasa. 

Así que gracias a Miguel Grau y su Combate de Angamos Jesús se vistió para ir a trabajar por los puros cacahuates. Subió a su habitación, con el rabo entre las piernas, y pensó en llamar a la novia ya que era feriado y no se veían hace varios días. El único problema era que eran las seis y algo de la mañana, y, por la voluntad general de los pueblos y la justicia de su causa que Dios defiende, la novia no se despertaba sino hasta las nueve. Y eso.

Cuando llamó a la novia ya más tarde, decidieron verse en casa de Jesús.

(Ahora, estimados lectores, me encantaría decirles que la novia se llamaba María Magdalena y que le lavó los pies con perfume a Jesús y se los secó con su cabello y sabe la Biblia qué más, pero no se llama María Magdalena y sI le cambio de nombre a la novia seguro que a quien crucifican es a mí. Y no me toca morir sino hasta después de Febrero 30, así que no adelantemos fechas.)

— Camilita, hija, hace tiempo que no vienes por acá.

Era la madre de Jesús quien abrió la puerta.

— Sí, pues, señora. Es que con el trabajo y la universidad ya no tengo tanto tiempo. ¿Qué tal, cómo está?

— Ay, hija. Ahí pues —la mamá de Jesús bajó la voz a un susurro y vió si había alguien más en la habitación—. ¿Ya viste el tatuaje que se hizo Jesús? Una barbaridad, te digo. ¡Imagínate que le pidieron exámenes de sangre! ¡Como si viniera de cualquier familia! Es que claro: ves un tatuaje así en alguien y lo primero que piensas es que deben haber salido de la cárcel o de algún callejón o de—

— O de una casa como cualquier otra, y que asisten a la universidad y tienen tatuajes como cualquier otra persona, mamá. Te olvidas que al final conseguí el trabajo. Hola, Cami —Jesús había llegado a la habitación.

Camila lo saludó con una sonrisa, esas en donde le dices a la persona 'ya empezó tu mamá a rajar'.

—Hijo, si no hubieran pensado que eras un de esos... de esos... malandros no te hubieran pedido nada.

Ya era suficiente. En vez de estar contentos por su nuevo  trabajo seguían jodiendo con el temita del tatuaje.

— Ya regresamos —Y Jesús se levantó y se fueron él y Camila. Y que su madre raje con la hermana que para eso son sus feriados.

— Oye, muéstrame tu tatuaje —le pidió emocionada Camila.

Jesús se remangó el polo y le enseñó el antebrazo orgullosamente. Camila pasó sus dedos por el tatuaje.

— ¿Te dolió?

— Erm..., pensé que iba a doler más.

— ¿Por qué no me llamaste para que te acompañe? Me hubiera encantado ver cómo hacián todo.

— Estabas trabajando. Además, fue un impulso. Siempre decía, ¿te acuerdas?, que un día de estos iba a hacerme uno, y ese día quise hacerlo y lo hice y ya. No pensé que iba a causar tanto escándalo.

— Sí, tu madre sigue con el mismo rollo.

— Sí, pero ya no le presto atención. Y no te preocupes que cuando me haga el siguiente tatuaje separo la cita el dia que puedas ir a verme.

— ¿De verdad? De repente me hago uno yo también. Aunque no creo que en el antebrazo. Fácil en el cuello, a ver qué me dice tu madre. Claro, si es que la mía se calla. O seguro unen fuerzas e inician una campaña 'Camila y Jesús son unos forajidos' —Camila bromea. Aunque no estaría mal, piensa Camila, un tatuaje en el cuello. Tal vez solo para ver si es que a su mamá le da un infarto o una aneurisma primero.

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