lunes, 6 de septiembre de 2010

AMULETOS

Es posible que en sí mismos no tengan ningún poder y que seamos nosotros quienes se lo otorguemos con nuestra fe. Pero el caso es que durante siglos han sido considerados instrumentos mágicos. La fuerza de la creencia ha configurado en torno a ellos una especie de cuerpo energético que definitivamente los convierte en verdaderos acumuladores de fuerzas, capaces favorecer la buena fortuna y de conjurar las influencias negativas.
Sean eficaces o no, lo cierto es que nadie escapa a la tentación de utilizar amuletos o atenerse a prácticas supersticiosas cuando se trata de espantar la mala suerte.


Pata de conejo:
El pie en muchas culturas es símbolo de potencia. Como la liebre y el conejo son dos de los mamíferos que se reproducen con mayor rapidez, no es difícil entender por qué se cree que la pata confiere extraordinarios poderes.
Huayruros:

Su poder proviene de una antigua leyenda Inca…
Una hermosa dama sería entregada de manera obligatoria al Inca Túpac Yupanqui para que se convierta en su esposa pero ella amaba a otro hombre. Al intentar escapar tras el amor de su vida, el Inca ordena su captura y su amado muere tratando de defenderla. La bella mujer es condenada a muerte, pero la acepta feliz, porque sabe que se encontrará con el hombre que ama en el más allá. Ella llevaba un collar de huayruros, por eso la leyenda manifiesta que la persona tuvo suerte, fortuna y amor.
El ekeko:
Es un dios de la abundancia, fecundidad y alegría de origen aimara. Es un ídolo que se cree provee de abundancia al hogar donde se le tributaba ofrendas de alcohol y cigarrillos.
El ekeko es una deidad venerada desde siglos antes de la conquista del territorio por los españoles. Sus seguidores creían que ahuyentaba la desgracia de los hogares y atraía la fortuna.
Se piensa que se originó entre los habitantes de la cultura Tiwanaku. Tras la conquista por los Aimaras y luego por los incas, adoptaron la deidad, y la convirtieron en símbolo de la fertilidad y la buena suerte.
Colmillo de nácar:
El colmillo representa la fuerza humana y su conexión ancestral con los espíritus de los animales, aquellos que en tiempos antiguos, eran la encarnación de sus temores y a los que debía enfrentarse para sobrevivir.
Así, el colmillo del animal vencido portado en el cuello encarnaba el espíritu que ahora estaba al servicio del hombre, su vencedor.
Portar un colmillo en el cuello simboliza la capacidad de superar a los adversarios, y el poder del hombre para erigirse director de los acontecimientos y superar cualquier obstáculo.

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