domingo, 19 de septiembre de 2010

Campamento de miedo



 En semana santa de 2006, fui a la playa Gramas con mis mejores amigos. El plan era quedarnos en la casa de playa del tío de uno de ellos, pero decidimos que sería más bacán acampar en una mini playita que había pasando una pequeña caverna.

Era viernes así que supuestamente no podíamos comer carne, por lo que decidimos esperar a que fueran las 12 echados todos en la carpa con cervezas en mano. Ya habíamos preparado todo para que solo tuviésemos que encender la fogata y cocinar nuestros alimentos.
De pronto,  mientras nos reíamos de la interpretación de uno de mis amigos de la parábola del sembrador, escuchamos un ruido muy extraño. ¡La fogata se había prendido sola!


Primero nos quedamos callados y nos miramos de una manera muy cobarde, pero luego entre la borrachera que nos habíamos metido, decidimos aprovechar el fuego y lo interpretamos como una señal para tragar como cerdos.
Después de comer, y luego de muchas más cervezas, decidimos dormir. Mientras preparábamos los sleeping bags vimos una figura humana a lo lejos, pero no le prestamos mucha importancia, así que nos metimos en las carpas y dormimos.

Durante la noche sentí varios pasos alrededor de la carpa, pero supuse que era uno de mis amigos que había decidido fumarse un puchito para la digestión, así que seguí durmiendo.
Al día siguiente nos despertamos, y salimos a estirarnos, cuando de pronto vimos huellas que rodeaban toda la carpa. Resulta que nadie había salido durante la noche. Nos asustamos mucho, pero eso no era todo…
En la entrada a la cavernita había unos dibujos raros, una mezcla de dibujo de un niño de 5 años, de un cavernícola y de un chamán. Era rarísimo.


Cuando regresamos a la casa de playa, y contamos la historia, el tío de mi amigo nos dijo “¿sabían que por esta zona hay muchísimos avistamientos de OVNIS? Nos quedamos petrificados… así que decidimos nunca más volver a ese sitio.

Puede que haya sido eso de los extraterrestres o algún tipo de brujería, tal vez un pescador nos gastó una broma. De cualquier manera, desde ese día no he vuelto a acampar en ningún sitio. Llámenme cobarde si quieren, pero no me gustaría terminar en un OVNI con varios enanos cabezones hurgando en mis orificios.


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