sábado, 16 de octubre de 2010

Agradece a la Pepa



Que levante la mano el que sabe por qué se come turrón de Doña Pepa en octubre. Que baje la mano el/la que la levantó para que no crean que eres lorna.

Ya en serio, ¿alguien sabe? A mí me encanta el turrón, pero nunca supe por qué se compraba en octubre. Hasta que un día de esos en lo que no teníao nada que hacer y estaba comiendo turrón (hoy, la verdad) dejé de pensar qué era el arte y pensé más bien en por qué comía turrón (aparte de porque es delicioso, jojolete yo sí tengo) en octubre y no todo el año. Y averigüé. Y porque soy bien nerd y les quiero contagiar lo nerd, aquí les va la historia. 


Josefa Maraminillo fue una esclava afro-peruana que vivía en el valle de Cañete en tiempos coloniales. Josefa, o Doña Pepa (aunque a mí más me gusta Josefa, pero a quién le importa lo que a mí me gusta), sufría de parálisis en los brazos, la pobre, y por ese motivo no podía hacer los labores diarios. Por eso Doña Pepita, como sabía que el Señor de los Milagros ("a tí venimos en procesión...") consedía milagros a los devotos, le rezaba fielmente para que la curase.

La Doña (la confianza, heh) viajó a Lima para la procesión en octubre porque quería ver la imagen con la esperanza de que así se le hiciera el milagrito. Y se le hizo a la doña, y se curó el primer día de la procesión.

Eternamente agradecida, por los siglos de los siglos Amén, Josefina quizo hacer algo para el Señor de los Milagros, y esa noche soñó la receta del turrón. El segundo día de la procesión, entonces, Josefa salió a ambulantear su turrón; el turrón de Doña Pepa, el regalo para el Señor. Y cada año iba a Lima a vender su rico turrón en octubre, y antes de morir le pasó la receta a su hija, quien se la pasó a su hija, quién se la pasó a su hija, quién se la pasó a su hija, quién se la pasó a su hija, quién hizo una tienda y vendió en grande y se dejó de tanta huevada de pasar la receta antes de morir, hazme el favor. Bueno, lo último no está confirmado, pero si no fue así, entonces esas hijas era bien chismosas porque así no más no hay cuadras y cuadras de la Av. Tacna llenas de tiendas turroneras.

Ya te culturizaste, entonces, y ahora puedes comer turrón de Doña Pepa mientras piensas en la parálisis de Josefa y averiguas sobre el turrón San José.

¡Pero! 

¿Sabías que durante las épocas colonial y republicana existió un oficio dedicado exclusivamente a la venta del turrón, conocido como «turronero» o «turronera», quienes fueron representados en crónicas y acuarelas costumbristas? ¿No sabías? Yo tampoco. ¿Sabías que en octubre del 2008 se preparó el «turrón de Doña Pepa más grande del mundo» que alcanzó los de 161 metros de largo y fue preparado en la cuarta cuadra de la Av. Tacna? ¿No sabíiiaaas? Yo menos. ¿Sabías que el 18 de octubre del 2009, se preparó el «turrón de Doña Pepa más grande del mundo» que alcanzó los 307 metros de largo y fue preparado por los alumnos del Instituto de alta cocina D'Gallia en el Parque de los Proceres en Jesus Maria? ¿Sabías? Yo también.



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